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Entre la sierra y la ribera, en el extremo oriental del Somontano, Estadilla es un lugar cercano a muchas partes.

Su nombre, derivado del latín Statella (diminutivo de parada), hace referencia a sus remotos orígenes romanos. En los primeros siglos de nuestra era, surgió un asentamiento junto a una calzada secundaria de las muchas que ponían en comunicación el valle del Ebro con el Pirineo.

La actual Estadilla tiene su origen en la Statella medieval, una fortaleza defensiva con valor estratégico para control de la margen izquierda del río Cinca. A finales del siglo XI fue conquistada por las tropas aragonesas y desde entonces y hasta el siglo XIII sería villa de realengo. Sin embargo, a partir de 1260 su historia iría de la mano de la poderosa Baronía de Castro, linaje emparentado con la nobleza catalana y la realeza aragonesa.

Su casco urbano creció replegado a la sombra del viejo castillo, del que apenas se conservan restos. La Plaza Mayor, porticada, acoge el Ayuntamiento, edificio renacentista que responde al modelo de palacio aragonés del siglo XVI, al igual que otras casas hidalgas de la Villa (Casa Marro, Casa Sangenís, Casa del Barón...).

En el paisaje estadillano abundan bellos contrastes que se descubren al recorrer sus alrededores: al oeste las riberas del Cinca y las fértiles tierras llanas salpicadas de frutales, almendros, olivos, campos de cereal y viñedos; al norte, las ricas huertas regadas por el manantial de la Fuente; al este, las abruptas formaciones serranas de la Carrodilla, donde simas y cuevas, ponen de manifiesto el fenómeno kárstico.

La presencia de rocas calizas en la Sierra de la Carrodilla ha favorecido procesos erosivos mediante los que el agua, al filtrarse a través de la roca la ha ido modelando, tanto en superficie (Barrancos de Chardiz, la Chunquera, Santacum y de las Covas) como en el interior, creando una red subterránea de simas (las Gralleras), cuevas (cuevas del Aigua, la Bruja, Alonsé, La Val, de la Sierra de Periz) y surgencias por las que el agua regresa de nuevo a la superficie (Mentirosa).

Alzándose a 1108 mts. de altitud, con sus faldas pobladas de encinas y quejigos, el pico Buñero es una magnífica atalaya desde la que se regala la vista con la contemplación de los valles del Cinca y el Ésera, las cumbres pirenaicas de Ribagorza y Sobrarbe, la sierra de Guara y el Somontano.

Carrascas, robles, sabinas y gran variedad de plantas aromáticas y rupícolas visten sus laderas en las que abunda la apreciada trufa.

Surcando el cielo se pueden observar aviones roqueros, alimoches, buitres leonados e incluso quebrantahuesos y en el Barranco de Chardiz se puede contemplar un excepcional espectáculo de mariposas.